jueves, junio 02, 2011

OBSCURA- Omnivium (2011)

Partamos de la idea de que ningún género es mejor que otro por definición, y que por tanto dar cien mil notas no es mejor que dar cuatro. Tampoco es peor, más bien lo que resulta tonto es comparar estilos entre sí, porque puede que un disco hecho con cuatro notas transmita mucho más que otro poblado de fuegos artificiales y camuflaje sonoro en forma de destreza instrumental. Por eso mismo tampoco es prudente considerar que la misión del Death Técnico es desplegar toda la técnica posible o que la del Brutal Death es hacer cuantas más brutalidades mejor. El último usa la brutalidad como protagonista y el primero hace lo propio con la técnica, pero ambos las usan para algo, o así debería ser.

Lo que nos lleva a considerar el último disco de OBSCURA como un buen paso adelante en su carrera por alzarse con el cetro del Death Técnico. Si se tratara de comprobar quién toca más deprisa o da más arpegios por segundo, seguro que hay muchos alumnos privilegiados en campus, conservatorios y centros especializados que los superan, pero esto consiste en hacer discos, en componer temas. Temas cuyo enfoque consiste en usar con abundancia los recursos técnicos del instrumento y una serie de complejidades formales y compositivas, pero temas, no meros ejercicios gimnásticos. Y en todos esos apartados OBSCURA se han superado a sí mismos.

Ciertamente, han aumentado su exuberancia técnica y, mejor aún, su extraplanetaria precisión para encajar toda la serie de elementos que ponen en juego, y en este sentido el trabajo es impecable. Y por otra parte van mejorando en cuanto a componer temas unitarios, homogéneos, con personalidad propia y cada uno identificable por sí mismo, pero en este punto aún les queda por mejorar, y sería fácil retar a quienes abjuran de grupos como BRAINDRILL a que hicieran la misma prueba con este “Omnivium”: oír un pasaje al azar y saber a qué tema pertenece. La verdad es que es difícil, y aún muchos trozos siguen siendo intercambiables sin que pasara nada ni el resultado final variase mucho.

En contra de esta idea se alzan gloriosamente la tercera canción, “Ocean gateways”, aunque quizá sólo porque usa una única velocidad y eso es lo que más sensación de identidad le aporta, y la maravillosa instrumental -o casi- “A transcendental serenade”, penúltima en el álbum. Pero hay cierta sensación de falta de diferenciación a lo largo de los temas centrales y también en el último del disco, a lo que tampoco ayuda la tendencia a cabalgar tan a menudo en los registros más veloces del metrónomo y hacer que tantos trozos se acaben pareciendo (eso es lo que le pasa también a discos como “The inexorable” de ANGELCORPSE, por retomar el principio de esta reseña). Por el contrario, hay fragmentos melódicos en “Vortex omnivium” y otros vocales –cantados con voces limpias- en todos esos otros temas que descuellan sobre la marea de notas y llaman la atención por su naturalidad y su carácter directo, en definitiva, por su sencillo y atractivo encanto. Creo que OBSCURA harían bien en no dejar que la servidumbre a un género determinado les limite estas expansiones creativas ni ponga barreras a su inspiración.

La labor de Jeroen Paul Thesseling, bajista en el “Spheres” de PESTILENCE del 93, es sencillamente magistral, por su eficacia técnica, por su sonido tan personal y, sobre todo, por el buen gusto con que frasea y el sentido constructivo con que complementa el trabajo de las guitarras. El solo de “Celestial spheres” y toda su participación en la mencionada instrumental son magníficos ejemplos de todo ello. Por último, conviene destacar que el libreto del disco es mucho más cuidado de lo habitual, las páginas que muestran a los músicos son desplegables y todo en él está imprimido alternando partes brillantes con otras en mate, para destacar las primeras, y por supuesto con sus letras, información, fotos, etc. En conclusión, se trata de un muy buen disco, y ni que decir tiene que los adoradores del grupo se pueden preparar para morirse de gusto, pero en justicia creo que aún se le puede reprochar cierto carácter forzado, premeditado o hasta pretencioso.

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