viernes, diciembre 23, 2011

GORGASM- Orgy of murder (2011)

No podíamos acabar el año sin comentar uno de los regresos más esperados de la escena Death, el de los americanos GORGASM. Un grupo consagrado al Brutal americano más ortodoxo, en la estela de SUFFOCATION, y que dio un par de excelentes álbumes con la llegada del nuevo siglo. Ahora han vuelto con la presencia de Damian “Tom” Leski  como único miembro original junto a un puñado de nuevos músicos que demuestran saber bien cuál es su papel en el seno del grupo. Pero han pasado los años y estos nuevos GORGASM se han convertido en una víctima de los estereotipos que ellos mismos se encargaron de fijar hace una década.

La producción es magnífica, eso que vaya por delante. El aspecto más monótono es el rítmico, ya que parecen manejar dos tempos básicos -el ultrablast que tan buenos resultados les dio en “Masticate to dominate” y el break de rigor con un ritmo pesado- de los que pocas veces escapan y sobre los cuales acoplan unos riffs que al final dan la sensación de que podrían estar en cualquier otro momento del álbum. Y de rebote esa alternancia de tempos da como resultado unas estructuras en los temas que se repiten más de lo deseable y unos cambios de ritmo que al cabo de un rato se vuelven previsibles. La batería, por su parte, tampoco contribuye a mejorar el conjunto, porque se limita a patrones bastante elementales y tiene escasos momentos de variedad en los que recurra a rellenos o redobles (“Third degree taste” sería uno de ellos).

Es decir, el disco es todo un misil y tiene intensidad y brutalidad por un tubo, pero es más de lo mismo. No ofrece nada aparte de lo que ya hacen cientos de grupos igual de bien o de lo que ya hicieron ellos con aquellos dos álbumes que ayudaron a llevar el género a su culminación. De hecho, su estilo “misilístico” era el mismo que estaban terminando de definir grupos como IMPERIAL SODOMY en Francia o, en una línea más técnica, los de la escuela holandesa de DISAVOWED y PYAMEIA (de quienes GORGASM serían poco después compañeros de sello). Y estaba muy bien entonces, pero hoy día parece un plagio de sí mismos, e incluso hecho con poca fortuna.

Eso sí, los adoradores de la brutalidad sin concesiones pero con sonido pulido y producción clara lo disfrutarán a muerte, porque de todo eso hay en abundancia. Y riffs. Muchos riffs, casi siempre normalitos y poco imaginativos pero muchos, y además en ese estilo cercano a lo técnico pero sin pasarse tal como corresponde al género. Luego aparecen momentos de cierto trabajo instrumental interesante: unos arpegios de bajo en “Exhibit of repugnance” -además de unas breves frases solistas entre atisbos melódicos-, riffs mínimamente armonizados en “Decapitation sodomy” o “Scourge of the christians”, guitarras dobladas en “Cum inside the carcass” o varios temás más… y otros trucos parecidos. Pero se trata de arreglos, no de composición, y en este apartado el disco se queda corto

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