viernes, enero 27, 2012

AGGRESSION (Spa)- Viocracy (2012)

En sólo tres años la progresión de los catalanes AGGRESSION ha sido impresionante, y no es que antes hicieran un Thrash simplón, ni mucho menos, pero con este segundo álbum se han lanzado a por el Thrash más técnico sin la menor contemplación y yendo a por todas. El resultado es un entramado de temas complejos a base de riffs plagados de notas, solos virtuosos y un trabajo instrumental ciertamente denso. Así lo han decidido y está claro que se lo han tomado muy en serio, porque todo el álbum está cortado por ese patrón.

Quizá incluso demasiado, y hay momentos en que resulta un poco asfixiante con tantas notas, floreos, adornos, tanto cambio de tempo y tantos compases irregulares. Es Thrash técnico, por supuesto, esto no es SODOM ni EXCITER, y dentro de ese campo sus virtudes son innegables y hasta apabullantes. Hay un sinfín de detalles tanto en las guitarras como en la batería que harán las delicias de quien quiera pegar la oreja hasta descifrar cada recoveco del juego instrumental. Más que técnica como tal, lo que hay es mucha complejidad y muchos cambios, y en todo esto, insisto, los logros son para quitarse el sombrero y complacerán a fans de TOXIK, FORBIDDEN, VENDETTA, WATCHTOWER o ANACRUSIS.

Aun así, se acerca a lo que le pasaba a tantos discos del Thrash de finales de los 80 por parte de grupos que sufrieron la evolución en la que parecen haberse adentrado AGGRESSION. Estoy pensando en el “Deception ignored” de DEATHROW o el “State of euphoria” de ANTHRAX, ambos del 88, o el “Cracked brain” de DESTRUCTION en 1990, siempre en la estela del “…And justice for all”, aunque este tenía más pegada -a pesar de la birriosa producción- y los temas tenían personalidad individual, pese a la exuberancia técnica y la larguísima duración. Quizá el caso más representativo de esa metamorfosis sea el “Victims of deception” de HEATHEN en 1991, tras el fenomenal y muy pegadizo y directo “Breaking the silence”: era una montaña colosal de desarrollos y más desarrollos instrumentales en cada tema, pero era bastante aburrido y todo el espíritu de su debut había desaparecido. No digo ni de lejos que este “Viocracy” sea aburrido, y de hecho se merienda al “Victims…” varias veces, pero el cambio de registro va por ahí, aunque los catalanes aún no lo han llevado a su extremo.

Coinciden también en que han perdido frescura, y puede que hasta algo de agresividad, y en que el formidable equilibrio que tenía su debut “Moshpirit” del 2009 entre lo vocal y lo instrumental se ha desestabilizado hacia este último lado. Sigue habiendo estribillos con peso y coros marcados, pero no tan presentes como entonces y a veces desplazados por la marea de música. En general hay un cierto abuso de notas y también de compases irregulares, siempre con un tempo de más o de menos -todos esos añadidos minúsculos que hacen como “tropezar” al ritmo y dificultan que éste encaje con un headbanging continuo-, lo que lo acerca peligrosamente a convertirse en una música más hecha para analizarla que para escucharla y acompañarla físicamente. Cada tema pretende abarcar demasiadas cosas y al final acaba estando un tanto recargado, y a esto tampoco ayuda el que muchos cambios de ritmo sean demasiado bruscos e impidan dar a cada tema su propia personalidad.

Termina pasando lo habitual en el Thrash técnico ultraevolucionado, que muchas partes cuesta recordarlas, por más veces que se escuchen. Y es que un trabajo descomunal que tienda a añadir, enlazar y enrevesar muchos materiales no es bueno a priori sólo por eso. No lo es si le sigue faltando un pedazo de riff colosal o una frase deslumbrante o una idea genial, es decir, todo lo que le daba al “Game over” de NUCLEAR ASSAULT su salvaje y primaria capacidad de excitación. Con eso mas el despliegue técnico entonces se alcanza el éxtasis. Un tema como “Caught in a mosh” de ANTHRAX sería un buen ejemplo: notas, ritmos irregulares, cambios de tempo, estructura currada, precisión técnica y frases antológicas que se quedan grabadas a fuego. En este disco se echan en falta riffs más carnales, más directos, como los de “Thrashing your brain” o “Never surrender” en el citado debut, más power-chords en lugar de tanta floritura, estribillos como los de “Thrash and kill” o “New born war”.

El exceso a la hora de querer meter demasiado en cada tema se nota también en cosas como el principio de “Get mad” o de “Dehumanized”, donde hay más de un minuto de música distinta al tema como tal pero sin ser una intro, porque es tan intensa como el resto, por lo que parece casi un pegote. A veces viene bien saber prescindir de cosas aisladas en beneficio del conjunto. Y la pretensión de alarde técnico vuelve a quedar de manifiesto en el hecho de terminar el disco con nada menos que dos instrumentales, una de ellas una versión de RUSH -un buen ejemplo de grupo que combina a la perfección habilidad instrumental e inspiración compositiva- y la otra un tema propio en el que intercalan Bossa-nova, Blues y Metal de manera un tanto forzada, en mi humilde opinión.

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