martes, enero 03, 2012

PURGATORY- Necromantaeon (2011)

Menudo trallazo, el sexto disco completo de los alemanes PURGATORY es todo un monstruo de Death Metal que te engullirá sin piedad. Violento, oscuro, malévolo, cortado por el patrón del mejor Death clásico pero pasado por el tamiz de la brutalidad moderna para configurar así un engendro atronador e imparable. Algo que puede sonar como un cruce entre los primeros IMMOLATION y unos HATE ETERNAL sin su habitual complejidad técnica.

Con ataques como el comienzo de “Glorification of the lightbearer” la cosa queda más que clara, a base de riffs sencillos pero pegadizos y un tornado de agresividad, guitarras como motosierras y una voz engendrada en las ardientes simas del infierno, la receta que ya empezaron a usar con éxito en su anterior “Cultus Luciferi” del 2008. El tema sigue después por otros derroteros, cambios de tempo y una sección central con voz aún más diabólica, pero mantienen siempre el carácter sencillo de los riffs, la inmediatez general de su propuesta y la alucinante violencia sonora. Valga este tema como ejemplo de lo que hacen a lo largo de todo el disco.

Y así es: el siguiente, “Downwards into unlight”, comienza con un tempo pesado y un doble bombo martilleante, para seguir luego los pasos ya descritos, incluido el cambio de voz. Y los restantes siete temas cumplen esa fórmula mágica de estructuras variadas y frases sencillas -incluso con más variedad rítmica que en el mencionado “Cultus Luciferi”-, dando lugar a un disco terriblemente efectivo cuyo interés no decae en ningún momento. E insisto, con capacidad para volarte la cabeza a la menor oportunidad.

Al mismo tiempo es innegable que determinadas partes suenan a cosas conocidas (el mencionado principio de “Glorification…” parece un préstamo del primer riff del “Powers to be” de HATE ETERNAL sólo que en versión simplificada, como corresponde a su estilo más directo, o hasta del segundo de su propio “Seeds of annihilation” del disco “Luciferianism” del 2004, ya que es un diseño del que suelen abusar). Aunque esa impersonalidad es constante tampoco supone un lastre imposible de asumir, y a ver quién se resiste al final de “Calling the grand destroyers” o a ese serpenteante “The collapse of tides”. Y siendo un grupo que lleva casi dos décadas en esto, con una decena de publicaciones y apenas ningún cambio en su formación, sólo cabe concluir que están en un buen momento y que, seguramente, esto es de lo mejor que han hecho en su carrera.

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