jueves, abril 19, 2012

WARBEAST- Krush the enemy (2010)

Empecemos por situarnos: WARBEAST hacen Thrash Metal, vienen de Texas, EEUU, y se formaron en el 2008, pero no son ningunos novatos: básicamente el grupo está creado a partir de células de los también tejanos GAMMACIDE y RIGOR MORTIS, ya que incluye al guitarrista Scott Shelby (GAMMACIDE, ex-ROTTING CORPSE, ex-MALIGNANCY) junto al cantante Bruce Corbitt (RIGOR MORTIS, ex-MALIGNANCY) y por sus filas ha pasado el guitarrista Rick Perry (GAMMACIDE). Este álbum en concreto está compuesto íntegramente por estos tres (la alineación actual se completa con el batería Joe González y el guitarrista Bobby Tillotson, a falta de un bajista que sustituya al recientemente huido Alan Bovee, también miembro de GAMMACIDE, cómo no). Se fundaron como TEXAS METAL ALLIANCE en el 2006, dos años más tarde adoptaron el nombre actual y otros dos después el sello discográfico propiedad de Phil Anselmo, Housecore Records, publicaba este su debut.

Tanta información no es gratuita, ya que un grupo con esas coordenadas va a sonar con toda probabilidad a lo que le marcan sus genes, y así sucede. Las influencias de los grupos clásicos están ahí, y el sonido de los álbumes que ellos mismos grabaron a finales de los ochenta es palpable, pero con una dosis de variedad grande -hay ecos de otros muchos pioneros como SACRED REICH, EXODUS o en mayor grado SLAYER- y sobre todo con una vitalidad sorprendente. Aquí no hay lugar para la nostalgia ni se busca recrear el pasado, y si uno no supiera quiénes son los músicos pensaría que se trata de unos recién llegados, aunque tampoco se meten en terrenos modernos ni dados a la innovación. Suenan clásicos pero no añejos. Al mismo tiempo le pegan un buen repaso al montón de grupos de imitadores que saquean aquel legado, suenan tan vigorosos como ellos pero destilan una sabiduría que sólo se consigue, como en su caso, después de haber contribuido a desarrollar y culminar el estilo cuando se creó.

No son divagaciones, es que todo esto se nota de verdad en la música, tanto en la construcción y los arreglos de los temas como en los materiales usados: riffs, líneas vocales, solos, frases de relleno, guitarras dobladas, cambios de ritmo… La energía fluye imparable y a la vez demuestran una solidez compositiva y como instrumentistas que garantiza un conjunto de alto nivel. La producción se mueve en entornos parecidos, ni descaradamente retro ni asépticamente moderna. Y en cuanto a los temas, en muchos momentos le dan una lección a los propios SLAYER, sobre todo en la primera mitad del álbum, donde prevalecen los tempos rápidos y los estribillos efectivos (de ahí en adelante es cierto que se aprecia un cierto bajón de intensidad por parte de los últimos cuatro temas), con momentos estelares en “Scorched Earth policy” y el tema título. Los solos, por cierto, le deben también bastante al binomio KING-HANNEMAN, como se aprecia en “The plague at hand” o en la más ‘exodusiana’ “Stalker”, otro momento en que el disco recupera potencia y vuelve a volar a gran altura.

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