domingo, mayo 06, 2012

GOROD- A perfect absolution (2012)

Cuarto disco completo de GOROD tras el EP “Transcendence” del año pasado, que incluía en su mayoría material o bien anterior o bien ajeno. De modo que lo que tenemos entre manos es la continuación creativa del “Process of a new decline” del 2009, que vio cómo el grupo se zambullía en un pozo de tecnicismo un tanto estéril y falto de alma. Por suerte, han cambiado de dirección y han recuperado en parte lo que había de cálido y expresivo en sus primeros discos, sin dejar de ser brillantes desde el punto de vista instrumental e intensos y agresivos en cuanto al estilo.

Efectivamente, esto es puro Tech-Death sin contemplaciones. GOROD tiene a su favor haber empezado en el género antes de que se pusiera tan de moda, además de haber engendrado dos buenísimos discos, sabiamente equilibrados entre técnica y musicalidad. Y quien tuvo retuvo. Su enfoque puede que haya estado errante a veces, pero la base siempre estuvo ahí y ahora parecen haber vuelto a ella. Aun así, en este disco dejan lo mejor para el final, lo que no deja de resultar curioso, y la recuperación de aquella clara inspiración original no es completa.

Como decía, los últimos temas reservan lo mejor, lo más redondo, lo más sofisticado que vamos a encontrar aquí, pero sobre ello volveré después. De entrada aclararé que el disco es denso de narices, necesita escuchas distanciadas, paciencia y un cierto tiempo de reposo, todo lo cual es una virtud dentro del género siempre que sea para descubrir nuevos matices con cada aproximación, cosa que sí se cumple. Y al grano: los primeros temas se mantienen aún en la estela del mencionado “Process of a new decline”, enlazan partes y más partes, recargan las frases con un sinfín de notas y arpegios, despliegan, en definitiva, todo el arsenal de pirotecnia concebido para impresionar. Es el riesgo de siempre en los subgéneros etiquetados “tech”, que no se sabe si lo hacen para presumir o por qué. Pero se nota cuándo no hay necesidad musical de sacar la artillería pesada, y en los dos primeros temas es así, y al final tantos cambios bruscos de tempo, las velocidades desmadradas, el empeño por meter y meter cuanto más mejor… sólo sirven para provocar un continuo desasosiego.

En “Elements and spirit”, teniendo también otros valores, aún parece que la principal aspiración es demostrar que tocan muy bien, y el torrente de arpegios que lanzan sin parar no articula el tema, no es su esqueleto ni una parte esencial, sino un puro añadido, un recubrimiento muy vistoso. La música técnica debería ser la que puede crear las composiciones más ambiciosas gracias al enorme poder de sus armas, y si se limita a alardear se queda a medias, para su propia desgracia. Por suerte, el disco se abre pronto a esa otra dimensión de verdadera creatividad reservada a la vez a los que pueden ejecutar las composiciones más arduas. La técnica al servicio de la música, y no al revés. “The axe of God” por fin respira, y por fin resulta coherente y bien estructurada. En esto GOROD siempre han sido unos maestros, y sólo flaquean cuando les pierde la arrogancia instrumental.

Los siguientes temas así lo confirman, y cada uno hasta el final es un bloque sin fisuras, un pequeño microcosmos cerrado sobre sí mismo. En todos esperan sorpresas cautivadoras, como solos melódicos, partes pegadizas, voces limpias, y por supuesto una lluvia interminable de frases, arpegios y “leads”, pero siempre con una razón de ser. Quizá “5000 at the funeral” sea un poco menos accesible, pero en las demás abundan las buenas ideas de todo tipo, tanto en la voz como en los instrumentos. Estribillos, secciones de épica irresistible, riffs inspirados, flirteos con otros géneros (como en “Varangian paradise”), y en todo momento una apabullante sensación de dominio sobre los elementos puestos en juego. Y las estructuras son todo lo sólidas y bien ensambladas que GOROD saben hacer, con el punto álgido en los más de seis minutos de “Carved in the wind”. Para el final han reservado la fabulosa “Tribute of blood”, en la que, esta vez sí, las acrobacias técnicas son el propio entramado del tema y lo estructuran como tal. Una forma brillante de cerrar un álbum que destaca por méritos propios.

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