jueves, enero 31, 2013

KATALEPSY- Autopsychosis (2013)


Cuando un grupo cambia de estilo y cambian también todos sus componentes salvo uno, ¿no estamos ante un grupo nuevo? Que continúen los mismos músicos y decidan darle un giro a su orientación es una cosa, pero que cambie todo a la vez es bastante chocante, tanto como para que el nombre y la nueva situación creada parezcan no concordar. BEHEADED serían un buen ejemplo del caso en el que la alineación no se altera (o apenas) pero sí el estilo, y SINISTER lo serían justo del supuesto contrario. Y no digo yo que esté bien lo uno, ni lo otro, ni lo de más allá, me limito a constatar que los rusos KATALEPSY ya no son KATALEPSY más que en el nombre.

Más extraño aún es que el miembro que perdura sea el bajista, sin el menor descrédito hacia el gremio, lo digo porque las guitarras protagonizan el vuelco de KATALEPSY hacia un Brutal Death quasi-técnico que las ha hecho poblarse de arpegios, florituras, pinch-harmonics y fuegos artificiales varios, al tiempo que la batería ha ganado complejidad y la voz ha abandonado el cerdismo. Cierto que sigue habiendo temas pesados con partes Slam, como “Gore conspiracy”, “Taedium vitae”, “Evidence of near death” o “Amongst phantom worlds”, y en realidad la metamorfosis no es completa ni se han transformado de repente en SPAWN OF POSSESSION, pero el cambio es notable y los mencionados elementos aparecen en grado suficiente como para desconcertar al oyente que venga buscando una repetición del “Musick brings injuries” del 2007.

Ni siquiera el aspecto general del disco es el esperable en KATALEPSY: once temas (uno de ellos un interludio acústico instrumental) a lo largo de 41 minutos, nada que ver con aquellos raquíticos 24 minutos ni menos aún con la racanería de material propio que entonces les llevó a meter dos versiones en un total de siete temas. Pero, como decía, el gran cambio es estilístico y todos los temas lo reflejan. En aquellos donde la base sigue siendo pesada, los ritmos son a menudo irregulares, con acentos desplazados y menos marcados de lo que es propio del Slam, y en general la sensación rítmica no es ni mucho menos tan directa como manda el género y sí, en cambio, más próxima a los usos del Tech-Death.

Excepciones hay para todo, porque un tema como “Cold flesh citadel”, por ejemplo, contradice desde el principio lo que acabo de decir, pero después él mismo lo confirma y pone una excepción a su propia excepción. Este proceso de ida y venida entre ambos subgéneros sin calar nunca a fondo en ninguno le acaba dando al álbum una personalidad propia y un enfoque interesante. Su personalidad mixta lo vuelve llamativo, aunque no haga grandes aportaciones en uno ni otro campo y aunque el hecho de mezclar estilos no sea tampoco ninguna novedad, pero le da consistencia, variedad y hasta un puntito de frescura, y evita la saturación que a veces sufren los subgéneros demasiado radicalizados.

lunes, enero 21, 2013

BEHEADED- Never to dawn (2012)

“Malignancy, malignancy, malignancy, malignan… cyyyyyyy!!” No, el grupo no, me estoy refiriendo a la frase final del tema que daba título al álbum “Recounts of disembodiment” del 2002, con el que un servidor descubrió a estos malteses. La última parte del tema era pegadiza hasta decir basta, y esa frase en concreto más aún. Por aquel entonces BEHEADED eran devotos seguidores de DISGORGE, y si uno no conocía su nacionalidad fácilmente los tomaría por americanos. Algo después remonté su discografía hasta llegar al debut “Perpetual mockery” del ’98, un disco de oscuro Death Metal tradicional, denso, sugerente y dinámico, nada que ver con lo que empezaron a hacer pasado el cambio de milenio. Y ahora, a finales del 2012, regresan con un nuevo giro estilístico que abre, por tanto, la tercera fase de su carrera. Tantos cambios, y sobre todo tan drásticos, hacen perder credibilidad a una banda, especialmente si no son resultado de la incorporación de nuevos compositores, y uno al final no sabe si pensar que son creadores inquietos, víctimas de las modas o que simplemente no encuentran su lugar.

Lo que ofrece “Never to dawn” se aleja de los presupuestos de la escuela SUFFOCATION y secunda el giro experimentado por grupos americanos como SEVERED SAVIOR o INCINERATE hacia terrenos más modernos y técnicos, un cambio que alcanza todos los confines geográficos del universo extremo y que llega hasta la Rusia de bandas como CEPHALIC IMPURITY, de modo que ahora mismo BEHEADED ya no adoran a DISGORGE, sino que prefieren situarse junto a bandas como INHERIT DISEASE (compañeros de sello) o, sin salir del Mediterráneo, sus compatriotas ABYSMAL TORMENT y diversos vecinos como los turcos CARNOPHAGE (también compañeros de sello) o los griegos SICKENING HORROR. Pero junto a este extenso menú de modernidad, lo que prevalece es la influencia del Death canadiense de bandas como NEURAXIS, con toques de GORGUTS, MARTYR, AUGURY, ATHERETIC, DESCEND INTO NOTHINGNESS, etc. Lo dicho, que si antaño miraban a los USA como único referente, ahora han subido el punto de mira unos grados, pero siguen sin encontrarse a sí mismos.

Siete años de espera son muchos, de hecho son tantos como los transcurridos a lo largo de todas sus anteriores entregas discográficas. Y, como no podía ser menos, de nuevo cambian de cantante, uno por cada “full-length” y ya van cuatro. Este Frank Calleja hace un papel muy loable, con una notable versatilidad entre el registro áspero, el gutural, el chillón e incluso ciertas inflexiones casi Deathcore a lo DESPISED ICON. Los solos de guitarra también salen bien parados, aun sin ser precisamente gloriosos, pero es la batería quien se lleva la palma en el apartado instrumental. La producción fantástica, potente, agresiva, clara y equilibrada. Y respecto a los temas, yo encuentro una sensación general de precipitación y cierto aturullamiento, temas congestionados de cambios y en los que, aun habiendo algunas buenas ocurrencias, casi nada se queda en la mente tras innumerables escuchas. “Dead silence” es distinta, más directa, más convencionalmente Death Metal rápido a base de riffs sencillos y ritmos regulares, y también más corta. “Towards an abducted sun”, pese a durar tres minutos, es prácticamente un interludio por su carácter, un tema casi instrumental, compacto y muy esquemático. Y luego está el tema-título, con sus ecos de KATAKLYSM, probablemente lo más memorable del álbum. El resto, correcto pero impersonal y recargado.

lunes, enero 14, 2013

SINISTER- The carnage ending (2012)

El culebrón SINISTER continúa y va ya por su décimo capítulo, porque esto es todo un culebrón, al mejor estilo de las telenovelas venezolanas. Parece raro poder agrupar bajo un nombre a una entidad cuyos miembros no sólo no son los mismos que cuando empezaron, sino que ha pasado por metamorfosis y plantillas ya innumerables y en la que, para colmo, el único componente original dejó la batería por la voz hace ya tiempo. Miento: el colmo de estos SINISTER actuales es que toda la formación salvo el susodicho militan aquí desde hace apenas dos años, como si un grupo recién formado hubiera fichado a Aad de cantante. ¿O el colmo es que los cinco al completo sean también la banda ABSURD UNIVERSE, es decir, la misma entidad con otro nombre? Mejor dejamos el tema.

Concedamos al bueno de Aad que en último término es él quien parte y reparte, hace y deshace, que él maneja los hilos y toma las decisiones y que en virtud de eso SINISTER tiene una identidad, aunque quien componga sea el mercenario de turno. Pero lo cierto es que la identidad existe, por asombroso que parezca, y SINISTER es, ha sido y sigue siendo SINISTER. Quienes entran en el grupo parecen caer bajo un hechizo que se les mete bajo la piel y les moldea como nuevos elementos de una larga estirpe unitaria, de manera que el baile de integrantes acaba siendo como el que sucede en los clubes de fútbol, donde bajo una sola etiqueta alienta una tradición y una forma de hacer las cosas que todos reconocemos y algunos, como en este caso, incluso admiramos.

Pero al margen de afectos personales, la nueva entrega del buque insignia del ‘holding’ metalero “Aad Kloosterwaard Ltd.” no es ninguna obra maestra. Eso sí, le da un buen repaso a su anterior “Legacy of ashes” del 2010, presenta a un grupo pleno de energía y vitalidad y devuelve a SINISTER a una más de sus etapas de esplendor en medio de una carrera bastante pendular. Tras la intro de rigor, atacan con “Unheavenly domain” y su poderoso comienzo, y es que estos enésimos SINISTER son poderosos. Es un estupendo comienzo, que además anuncia las coordenadas por las que se moverá el resto del álbum y que, junto al tema-título y a “Regarding the imagery” constituye, en opinión del que escribe, lo más sólido del mismo.

Esas coordenadas consisten en riffs que parecen haber sido engendrados en la cabeza más que en los dedos (vicio en el que me temo que había caído Alex Paul últimamente), continuos cambios de ritmo y estructuras un tanto sobredimensionadas. O sea, todo lo contrario a su oferta del 2010. Paradójicamente, hay a la vez una mayor frescura y un mayor recargamiento que entonces, lo primero gracias al tipo de riffs (que ya no son sólo una pequeña ristra de notas tras otra, sino que recurren a diversos modelos constructivos, ya sean power-chords, rasgueos en palm-mute, diseños casi ‘thrashies’ y otra interesante serie de recursos), y lo segundo porque han querido meter demasiadas cosas en cada tema y se les ha ido de las manos.

El disco respira, qué duda cabe, tiene sus paradas, sus acentos, sus momentos de inspiración, resulta fresco y fluye con gracia… El primer minuto largo de “Blood ecstacy” es un buen ejemplo, hasta que vuelven a las andadas cayendo en el riff genérico seguido de blast a toda leche y a partir de ahí lo mismo de todos los temas: parte rápida, bajón brusco de velocidad, estampida igual de brusca y al final una especie de batiburrillo global en el que junto a ideas de calidad meten otras cuantas ciertamente mediocres, con un resultado irregular y además difícilmente memorable. Casi ningún tema tiene una imagen propia, una personalidad acusada, no hay temas “rápidos” ni “pesados” ni “medios tiempos” porque todos pasan por todo ello antes o después. Se salvan en parte los tres mencionados antes y, sobre todo y como honrosísima excepción, “Oath of rebirth”, tema clásico donde los haya, de ritmo arrastrado y carácter monolítico, que nos recuerda por qué SINISTER seguirán figurando siempre entre los padres del género.

Otro mérito importante de este “The carnage ending” es el sonido, cortante como una cuchilla recién salida de fábrica, metálico y violento, nítido y con cuerpo en los graves, una producción idónea para el estilo que practican. Y respecto a la ejecución… bueno, en el caso de Mr. Kloosterwaard la voz nunca ha sido su fuerte, suponemos que hace una década le apeteció cambiar de instrumento y punto, y siendo el dueño del tinglado a ver quién le niega el capricho, pero le falta potencia, no tiene un timbre particularmente agraciado y tampoco posee variedad de registros ni matices (y por la parte compositiva, sus patrones rítmicos suelen ser bastante simplones). El bajo también está bastante desaprovechado, porque se limita a seguir a las guitarras, salvo alguna vez que las dobla armonizándolas, mientras que éstas, por su parte, tienen entretenidos intercambios y respuestas en los solos, en un estilo por momentos casi propio de SLAYER, además de un amplio abanico de arreglos. La batería brilla por méritos propios, con muchos redobles ocurrentes y a veces hasta arriesgados, tanto que acaba siendo la mayor fuente de dinamismo en el apartado instrumental. Habrá que ver cuánto dura esta renovada encarnación de la bestia holandesa, pero por ahora está furiosa y lista para matar.